jueves, agosto 10, 2006

Honestidad ¿hasta qué punto?

¿Hasta que punto conviene ser honesto? Esta pregunta, que pareciera que tiene una respuesta obvia, al parecer no tiene una respuesta muy sencilla.
Me acuerdo de un chiste, una madre le está enseñando de sexualidad a su niñito y el niño la queda mirando y le pregunta ¿es verdad todo lo que me dijiste? Y la madre le responde por supuesto, las madres nunca mentimos, ahora duérmase temprano porque o si no el viejito pascuero no te va a traer los regalos.
Honestidad en las calles, los conductores hablan por teléfono mientras manejan sin un sistema de manos libres, o conducen bajo la influencia del alcohol. Ambas actitudes ponen no sólo su propia vida en riesgo, sino la de los pasajeros que pudieran acompañarlos o de las demás personas que transitan por la calle. Pero ¿que hacemos? Sólo si vemos un Carabinero botamos el celular, o nos escondemos en una bomba de bencina para que no nos pillen que manejamos curados. Pero si es tan fácil no tomar, es tan fácil no hablar por teléfono, ¿porqué insistimos en lo mismo?
Honestidad en el trabajo, decimos si jefe, está listo el informe, se lo hago llegar enseguida. No le ha llegado, debe ser el correo que está lento con tanto spam. ¿Porqué no decimos, me dediqué a chatear con mis amigos blogeros y no hice el informe? Sabemos que eso es causa de despido, pero insistimos. Es tan fácil escribir el informe primero y después nos dedicamos a chatear
¿Eres honesto contigo? Mírate detenidamente y ve en cuantas cosas te mientes. ¿En la edad? ¿En la tintura para las canas? ¿En la faja para esconder los rollos? Oye, estás gordo, ponte a dieta, haz ejercicios y deja de engañarte con una faja en la cintura.