martes, noviembre 25, 2008

Materia Prima Para Construir Un País

La creencia general anterior era que Lagos no servía, al igual que Frei y Aylwin. Actualmente se dice que Bachelet no sirve. Y, el que venga después de Bachelet tampoco servirá para nada.
Por eso estoy empezando a sospechar que el problema no está en el desbarajuste en que terminó el gobierno de Lagos, o en lo desordenado que es el gobierno de Bachelet. El problema está en nosotros. Nosotros como pueblo. Nosotros como materia prima de un país.
Porque pertenezco a un país donde la ley de ser siempre “mas vivo” es la moneda que siempre es valorada tanto o más que el dólar. Un país donde hacerse rico de la noche a la mañana es una virtud más apreciada que formar una familia a largo plazo basada en valores y respeto a los demás.
Pertenezco a un país donde, lamentablemente, los periódicos jamás se podrán vender como se venden en otros países, es decir, poniendo unas cajitas en las veredas donde uno paga por un solo periódico y saca un solo periodo, dejando los demás donde están.
Pertenezco al país donde las “empresas privadas” son librerías particulares de sus empleados deshonestos, que se llevan para su casa hojas de papel, bolígrafos, lápices, marcadores y todo lo que pueda hacer falta para la tarea de sus hijos, entre otras cosas.
Pertenezco a un país donde la gente se siente triunfal si consigue colgarse del cable del vecino, donde la gente inventa a la hora de llenar sus declaraciones para no pagar o pagar menos impuestos. Pertenezco a un país donde la impuntualidad es un hábito. En donde los directivos de las empresas no generan capital humano. Donde no hay interés por la ecología, donde las personas tiran basura en las calles y luego se reclama al gobierno por no dar mantenimiento al alcantarillado. Donde no existe la cultura por la lectura y no hay conciencia ni memoria política, histórica ni económica. Donde nuestros congresistas trabajan dos días al año (y cobran todos los demás como altos ejecutivos) para aprobar leyes que lo único que hacen es hundir al que no tiene, joder al que tiene poco y beneficiar sólo a unos pocos.
Pertenezco a un país donde las licencias de conducir y los certificados médicos se pueden “comprar”, sin hacer ningún examen. Un país donde puede subir una persona de edad avanzada, una mujer con un niño en brazos o algún minusválido y la persona que viene sentada en el asiento preferencial para estas personas se hace la dormida para no dárselo y si alguien le reclama se levantará pero para dar un golpe o decir una mala palabra.
Un país en el cual la prioridad de paso es para el automovilista y no para el peatón. Un país donde su gente esta llena de faltas, pero que disfruta criticando a sus gobernantes. Mientras más le digo corrupto a Lagos, mejor soy yo como persona, a pesar de que apenas ayer me consiguieron todas las preguntas del examen de matemáticas de mañana.
Mientras más le digo que le falta autoridad a Bachelet, mejor soy yo como chileno, a pesar de que apenas esta mañana adulteré mi declaración de impuestos, un fraude que me dejó utilidades para pagar algunas deudas.
Como “materia prima” de un país, tenemos muchas cosas buenas pero nos falta mucho para ser los hombres y mujeres que nuestro país necesita.
Esos defectos, esa “filosofía de ser vivito” congénita, esa deshonestidad a pequeña escala que después crece y evoluciona hasta convertirse en casos de escándalo, esa falta de calidad humana, más que los gobernantes que nos ha tocado padecer, es lo que nos tiene real y francamente mal.
Porque, aunque Bachelet renunciara hoy mismo, el próximo presidente que la suceda tendrá que seguir trabajando con la misma materia prima defectuosa que, como pueblo, somos nosotros mismos. Y no podrá hacer nada, No tengo ninguna garantía de que alguien lo pueda hacer mejor, pero mientras nadie señale un camino destinado a erradicar primero los vicios que tenemos como pueblo, nadie servirá.
Ni sirvió Aylwin, ni Frei, no sirvió Lagos, y ni sirve Bachelet, ni servirá el que venga. ¿O qué?, ¿Es qué necesitamos traer a un dictador, para que nos haga cumplir la ley con la fuerza y por medio del terror?
Aquí hace falta otra cosa. Algo más que “cacerolazos” o “ejercicios de enlace”. Y mientras esa “otra cosa” no empiece a surgir desde abajo hacia arriba, o desde arriba hacia abajo, o del centro para los lados, o como quieran, seguiremos igualmente condenados, igualmente estancados... ¡igualmente cagados!
Es muy bueno ser chileno. Pero cuando esa Chilenidad autóctona empieza a hacerle daño a nuestras posibilidades de desarrollo como Nación, ahí la cosa cambia...
No esperemos prender una velita a todos los santos, a ver si nos manda un Mesías. Nosotros tenemos que cambiar, un nuevo presidente con los mismos chilenos no podrá hacer nada. Está muy claro... Somos nosotros los que tenemos que cambiar.
Escucha, creo que esto encaja muy bien en todo lo que nos pasa: Disculpamos la mediocridad mediante programas de televisión nefastos y francamente tolerantes con el fracaso. Es la industria de la disculpa y la estupidez.
Ahora, después de este post, francamente he decidido buscar al responsable, no para castigarlo, sino para exigirle (sí, exigirle) que mejore su comportamiento y que no se haga el que no oye, el que no entiende, sí, he decidido buscar al responsable
Estoy seguro que lo encontraré cuando me vea en el espejo.
Ahí está. No necesito buscarlo en otro lado.
Y tú, ¿qué piensas?... ¡Reflexiona!

Actualización: Para muestra otro botón, los que andan vendiendo las entradas al show de la Teletón. ¡Últimos de frescos!

miércoles, noviembre 19, 2008

Teletón 2008

Este año, tendremos una nueva jornada de una cruzada que ya lleva treinta años, en donde la gente se une en torno a una noble causa.
Bueno, ese es el discurso oficial, pero ¿cuál es el sentido que existe detrás de dar dinero? ¿Se está transformando en una rutina como ir a votar?
Primero que todo, yo no cuestiono la gran ayuda que significa para miles de familias, tampoco cuestiono que la gente o empresas donen. Cuestiono si la gente entiende el sentido que hay detrás de esta obra.
Les quiero dejar el discurso que dio Julio Martínez, en la primera Teletón.

Buenas noches Chile. Muchas gracias Chile. Aunque ustedes no lo crean, estoy emocionado, soy muy sensible y tal vez por eso ustedes me interpretan y me quieren como yo los quiero a ustedes. Me emociona... me emociona profundamente cuando un país se une, y me entristece profundamente cuando un país se desune, aquí ha quedado demostrado lo que es ser Chileno, y lo que es ser extranjero que ha hecho de Chile su segunda patria. Aquí ha quedado demostrado lo que es el poder de la televisión, y aquí trabajan muchos, claro, la cabeza es este gordo maravilloso que me presentó pero detrás de él, detrás de él hay un equipo muy grande, hay mucha gente, hay luminarias, hay figuras, hay gente anónima... y detrás de esto está Chile. Este Chile tan pequeño, tan aislado, tan en el fondo del mundo, pero que mientras más apretado se ve... no sé, mejor reacciona y con los puños un poco apretados dice: "aquí estamos presentes". Me emocionó la crónica de Olguín desde Estados Unidos, eso queremos hacer acá... Yo me siento tan chileno... Tremendamente Chileno... La verdad es que hay una película que se vio hace mucho tiempo y se llamaba "Si todos los hombres del mundo" pasaban mares, pasaban continentes, pasaban países, atravesaban fronteras, distintos regímenes, no importaban las ideas, los credos, y empezaron a unirse para comprar un remedio, y al final el remedio llegó, y al final se salvó un enfermo que estaba en una barca, y una barca que estaba en una costa cualquiera, no importaba el litoral, lo que importaba era el hecho y yo diría que en este momento nosotros, nueve o diez millones de chilenos estamos empeñados en algo parecido, no es un remedio, un bálsamo. Un estímulo que es un hospital. Yo soy un enamorado de la noche, siempre lo fui, me gusta el Sol, pero quiero más la luna acaso porque es mujer... y de noche Chile está diciendo presente; de noche cuando supuestamente Chile duerme, resulta que está diciendo presente, hay bancos abiertos, hay teléfonos que funcionan, hay niños que están de pie, hay matrimonios que dicen: "Demos lo que no tenemos". Chile siempre confía en su destino. ¿Saben ustedes por qué? Porque el gran valor de este país, es su gente. El gran valor, la gran riqueza y el gran tesoro de este país, es su gente y su gente somos todos nosotros...Yo confío que mañana antes del medio día de mañana, y en eso voy a prolongar el llamado del Pollo Fuentes; él es Fuentes yo soy Martínez, no podemos negar la raíz que llevamos; de manera que me ha picado el amor propio también. Yo algo soy en la Colonia Española, nunca he negado mi ancestro, me siento orgulloso de la sangre que llevo; de manera que mañana antes del mediodía yo creo que la Colonia Española tendrán que ponerse como tienen que ponerse... Ya lo sabe la Colonia Española, ellos me han pedido muchas veces favores a mí, yo se los hago como un hijo que responde a un padre o a una madre. Esta noche yo como ciudadano chileno, le pido a la Colonia Española como Julio Martínez Prádanos nacido en Temuco hijo de españoles les pido que mañana antes de mediodía tienen que brindar el aporte que Chile espera de ellos, que han hecho su segunda patria y aquí han construido sus tumbas para quedar para siempre... Les agradezco infinitamente la paciencia, la comprensión, la simpatía que me han dispensado a través de treinta y tres años de carrera; no estoy cansado, parece que estuviera empezando, no me voy a apartar jamás de este amigo que es el mejor amigo que he tenido en mi vida, además no responde, es ideal: escucha en silencio. De manera que frente a este amigo que sabe cuando yo hablo con el corazón, es que les digo que pueden sentirse felices todos los que están colaborando de una manera u otra. Estamos contribuyendo a que los niños enfermos puedan sonreír. ¿Saben ustedes que es lo que hay en cada niño que sonríe? Un canto a la vida, un canto a la dicha, y un canto al amor. Muchas Gracias.
Julio Martínez Prádanos

Este es el sentido, un país unido, un niño sonriendo.

lunes, noviembre 10, 2008

¿Con qué derecho?

Ayer, mientras almorzaba con mi pareja en la terraza de un restaurante, salió el tema sobre las frutas que alguna vez comimos, y que ya no podemos encontrar.
Me acordé de un durazno peludo, del porte de un melón pequeño, jugoso, carnoso y sabroso, me lo serví un día de mucho calor en Los Andes. ¿Dónde están esos duraznos ahora?
La respuesta es simple, están en el extranjero, siendo exportados, mientras nosotros comemos puros desechos. He comido uvas cuyos granos son del tamaño de los polcones que jugaba cuando chico.
Todo eso, que se produce en el país, son enviados al extranjero, y nosotros comemos todo lo que no se puede enviar, y lo peor de todo, nos cobran como si fueran de exportación.
¿Con qué derecho nos cobran tanto? ¿Con qué derecho nos privan de disfrutar de cosas buenas que se producen localmente?
¿Quién le va a decir a los empresarios que no todo es ganar dinero?