miércoles, abril 05, 2006

Las vueltas de la vida

Voy a contar una historia antigua, esto ocurrió por lo menos hace 10 años, pero ha sido algo que me dejó pensando mucho.
Participé por muchos años en una iglesia, en la cual llegué a enseñar en la escuela dominical, y predicaba el evangelio desde el púlpito del local.
Participaba activamente, incluso viajando a ciudades cercanas en donde se estuviera comenzando una obra, para así seguir esparciendo la Palabra.
Al mismo tiempo tenía un negocio que no funcionaba, muchas veces al día sacaba lo justo para comprar un pan para acompañar una taza de té en la noche, y si no me acostaba con hambre.
Fueron tiempos muy duros, aprendí mucho, valoré las pocas cosas que tenía, y ahora puedo decir que no tengo miedo de vivir en la pobreza como en esos años. Pero estaba contento, nunca renegué de mis creencias y estaba agradecido con lo que tenía.
Uno de los fines de semana que le dedicaba al Señor, había la necesidad de viajar a una ciudad, y para eso necesitaba costearme el pasaje. No me comprometí ya que no contaba con el dinero, pero me dije, “bueno, si el Señor quiere que vaya, Él proveerá” y me puso a ordenar las pocas cosas que tenía.
Al cabo de un rato, me encuentro dentro de un bolsillo de una carpeta olvidada $1.500.- que era el costo del pasaje de ida y vuelta.
Por supuesto que viajé, y prediqué la Palabra ese domingo con muchas ganas y gratitud.
Pero pienso, ese dinero estaba ahí y en algún momento lo iba a encontrar. El asunto es que lo encontré cuando lo necesitaba para hacer algo específico.
No lo utilicé para comer, ya que por la misma fe sabía que comería.
Ahora estoy muy alejado de la iglesia, no sé si vuelva, pero siempre, hasta el día de hoy, voy a recordar la prédica de ese domingo, y cuando me veo afligido la vuelvo a recordar.